Donaciano Bueno

Sonreir a la vida

Sonreir, a la vida sonreir,

aun cuando la misma le trate con desprecio

a este árbol que antaño fuera recio

y presienta que algún día ha de decir

adiós. Y así que fuera un necio,

peregrino en su penal cual emigrante

que traza en tierra extraña su camino

ajeno a lo que dicte su destino,

un caballero andante.

Y como tal, andar y andar

expectante en cada lugar, en cada sino,

embriagándo su alma de un buen vino,

hasta llegar al mar.

Y penar, a ratos penar,

obviando aquel ¡ser bueno y felices!,

cuando aún éramos ingenuos aprendices

de sueños. Que el soñar

es un lago profundo

donde ahogar los dramas de este mundo

para después descansar en la ribera.

el refugio, que está en la cabecera

del vivir. Y prometer que en esta primavera

a cumplir va con aquella que le ama

viendo como a su vera su sangre se derrama

en una sementera. Eso es lo que quisiera.

Y tropezar, caer, sobrevivir

y de nuevo volver a las andadas

cual borrego que sigue a las manadas.

Y aunque ya inevitable sea el sufrir

expulsar las lágrimas al viento

y en este abundamiento

después plácidamente,

desnudo, ir a descansar eternamente

con el mejor talante

para al final morir de sed de amor en un instante.