Luis Alvarez

ME DUELE AYOTZINAPA

Cuarenta y tres muchachos

que combatían las sombras

y alegraban los rostros

de tantos niños que eran bienamados

y miraban el mundo con la poda

de la tristeza de sus francos ojos.

 

¿Por qué manos indignas

quisieron combatir aquella siembra?

¿Por qué lo celestial no izó su mano

y condenó esas armas con sevicia

que teñirían de sangre hermosas sendas?

¡Paz y justicia quieren los humanos!

 

Desde esta tierra lloro por ti, charro

mexicano que otrora yo admirase;

igualmente elevaré mi canto

por todas esas madres

que cada día invocarán sus almas,

con  esperanzas  rotas,

de conocer el lar en donde posan

los restos de sus hijos que ahora claman.

 

                                       Roma, noviembre de 2014.