Vicente Martín Martín

Si tú me preguntaras por qué odio los helados de fresa

 

Si tú me preguntaras, por ejemplo, por qué odio los helados de fresa

te diría

que el abuelo de Heidi se ha cortado la barba

o mejor, las manzanas

inventaron los inviernos noruegos

y tú, que fuiste siempre una experta en traducir las líneas de la mano

entenderás por qué te estás muriendo

de una muerte lentísima.

Comprenderás entonces

por qué existen semáforos en todos los desiertos

y hay arroyos bilingües,

por qué tiene una hormiga el corazón más grande que una torre

y por qué finalmente

no se ponen pijama los turistas malteses.

Y me dirás ahora

que en Groenlandia se aman los vikingos a la luz de una vela

y sólo acuden al médico para tomarse la temperatura del semen

y eso ya lo sabías,

que las grullas nocturnas no se pintan las uñas

y eso ya lo sabías,

que las momias egipcias nunca leen los periódicos

y también lo sabías

y además me recuerdas que tú nunca

sobornaste a un bédel en la Sorboma.