Irene..

No sé por qué.

No sé por qué dicen que el agua de mar no se puede beber.
Si yo estoy harta de tragarme las lágrimas.

 

Tal vez es por envenenamiento de náufrago
Y voy que me estoy yendo, a la deriva de mi propio y extraño ahogamiento.

 

Tocada y hundida de fondo
Con la lengua pegada de sal.

 

Hay una lepra en las algas
Que se ad-hiere rápido cuando estás sola.

 

Metastaseada en la piel, un olor verde de a corroído
Por amargura deshilamada.

 

Que vomitaron los mareos sumergidos.

 

Muertos húmedos de sangre perpleja y mirada fija
De tanto comerse las llagas de la lengua muda.

 

Ojalá me estuvieras allí algo que reflotar.