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En el día de la memoria de las víctimas del holocausto (reflexión)

 

 

 

 

¿Qué es el hombre?

Es un ser que siempre decide lo que es.

Un ser que lleva consigo contemporáneamente, la posibilidad de abajarse al nivel de los animales o de alzarse al nivel de una vida santa.

El hombre es el ser que ha inventado la cámara de gas,

pero también es el ser que ha entrado en ella,

con la frente en alto, en sus labios el Padre nuestro o la oración hebrea de la muerte.

(Viktor E. Frankl)

 

Siempre he admirado la capacidad que tenemos dentro de superarnos, de llegar a ser “seres maravillosos”, de poder desarrollar al máximo nuestras capacidades y de ser realmente un ser humano pleno.

Pero también tengo presente, la capacidad que tenemos de hacer el mal y hacerlo profundamente.

Esos dos polos viven en nuestro ser. Conviven contemporáneamente.

 

Queda al hombre el optar. Si el hombre decide por la posibilidad de realización, del bien, llegará a realizar grandes cosas positivas, será una luz que ilumina, una mano que se dona. Ejemplos claros los hemos tenido en la historia:

Mahatma GandhiMartin Luther King, Nelson Mandela, Madre Teresa de Calcuta, Maria Montessori, Juan Pablo II, San Francisco de Asís y tantos, tantos otros.

Ellos optaron por la posibilidad de alzarse a grandes niveles, muchos sin ni siquiera pretenderlo, pero no perdieron de vista esa parte oscura que también vivía dentro.

 

Cuando se opta por “abajarse” se pueden cometer grandes atroces y organizar grandes guerras. Ese optar por el mal, poco a poco fue acabando con el bien que tenían dentro, hasta llegar a convertirlos en verdaderos monstruos.

 

Hoy celebramos el “día internacional en memoria de las víctimas del holocausto”, mejor conocido como “día de la memoria”. Ese ejemplo concreto de la aberración a la que puede llegar un ser humano.

El número exacto de las víctimas no lo sabremos jamás.

 

Lo que me cuestiona y me hace pensar es la tendencia a olvidar estas cosas.

No se debe jamás olvidar. Como bien decía el filósofo Jorge Santana: “quien olvida su historia está condenado a repetirla” Repetir los mismos errores en versión ampliada y mejorada, es decir, aún más cruel, que ya es decir.

 

En la historia siempre se han vivido momentos de crueldad, de guerras. Guerras que conocemos y otras escondidas, que desconocemos.

 

Miro con preocupación la situación actual de violencia, de muerte que vivimos: terrorismo; víctimas de las dictaduras, disfrazadas de democracia o revolución; las grandes masacres del pueblo africano, de las cuales no se habla; las muertes violentas de nuestro pueblos latinoamericanos, en especial México, Argentina; las guerrillas…

Hombres o mujeres que ostentan el poder. Ese poder que se les ha subido a la cabeza y los ha dominado. Seres enfermos de egocentrismo. Han hecho su opción por el mal, el dominio, la avaricia, teniendo consecuencias nefastas en el pueblo, en la gente común que sufre en todos los sentidos.

 

No hay que olvidar, hay que recordar.

He comenzado con una frase del Viktor E. Frankl. Neurólogo y psiquiatra austriaco judío, quien sobrevivió a los campos de concertación de Auschwit y Dachau. De esta experiencia escribió una de sus grandes obras “El hombre en busca de sentido” (\"Ein Psychologe erlebt das Konzntrationslager\") En la cual el autor afirma (basado en su propia experiencia) que incluso en las condiciones más extremas de sufrimiento, de deshumanización, el hombre puede encontrar una razón para vivir (logos, en griego, que significa “sentido”, “significado”) basado en su dimensión espiritual. Frankl es el fundador de la conocida “logoterapia”. Un tema que me gustaría desarrollar a posteriori. Esa capacidad de entrar, con la frente el alto, en las cámaras de gas, eso que llamamos dignidad.

 

No es mi afán dar una clase, no, sino el reflexionar y compartir esta mi reflexión.

No olvidemos que dentro de nosotros, de todos, hay estos dos polos.

No olvidemos las atrocidades que podemos cometer, aún los más santos si no están atentos, si no se renueva diariamente, la opción por el “alzarnos”.

No somos seres creados para arrástranos, sino para volar. Seres con alas, no solo para volar, sino para volar alto.