Raúl Daniel

Me fui acostumbrando a las caras redondas (Espejo 77)

 

Me fui acostumbrando a las caras redondas,

(no te dicen nada si no tienen grises),

a sus gritos vagos y sordos matices,

a las no-sonrisas de sus alegrías,

a las explosiones de sus emociones,

en suspiros tenues, casi imperceptibles...

y creí de pronto en aquello que dicen...

 

No es utopía, la otra cultura se me fue borrando

bajo los recuerdos de otros países.

 

Viajar comulgando, vivir en mudanzas...

y las caras largas, y las triangulares,

se van diluyendo y desdibujando.

Ya no más el “posho”[1] dorado con papas,

ahora asadito, mandioca, empanada,

ya no más el miedo a lo desconocido,

ahora caminos, amigos, mercado...

y paz... y trabajo...

y algunas muchachas soñando a mi lado.

 

La vida me trajo sorpresas,

en caras redondas... en servidas mesas...

en copas de vino... en pan... en abrigo.

 

La vida de pronto se me hizo fiesta.

 

[1] Pollo (Arg.)