Gaviota Romero

No es ciego el que no ve

De Gaviota Romero Blandino


Sentada en un banco del parque,
meditando en mis problemas,
su mida en mis tristes pensamientos.

Se acercó a mí una niña,
con sus brazos extendidos,
y llegando a mí preguntó.

Dígame usted, por favor
¿de qué color es el cielo, las flores y el arco iris?
A mí ¡me gustaría tanto verlos!

Sentí un nudo en la garganta,
un escalofrío me recorrió todo el cuerpo.
Acariciando su pelo, le fui explicando
todo lo que yo veía.

Y al terminar, con voz dulce ella me dijo

¿Sabe una cosa señora?
Yo los veo, más bonitos en mis sueños.
¿Será porque usted lo ve con los ojos tristes,
y yo los veo con mis sentimientos?

Y se alejó la pequeña.
Dejándome con los ojos
llenos de lágrimas,
diciéndome para mí adentro:

no es ciego el que no ve,
sino el que no quiere ver,
el que no aprecia, ¡todo lo que le rodea!
El que no llena su vida, de las cosas… más pequeñas.