kavanarudén

El dulce compás de nuestros cuerpos

 

 

 

Comienza suavemente la música.

 

El dulce y melodioso sonido de un piano, entra directamente al corazón, ramificándose hasta mi bajo vientre.

 

Te acercas a mí mirándome intensamente. Mirada lujuriosa de ébano, que penetra hasta lo más profundo de mi ser.

Dulce hembra de figura escultural. Pantera fascinante, mansamente seductora.

 

Tu elegante figura se aferra a la mía y comenzamos a movernos. Entregándonos, sin reservas a la sensual melodía.

Te dejas llevar magistralmente. Ninguna resistencia.

Completa y total disponibilidad a cualquier movimiento de mi cuerpo.

Deliciosa tu cintura en movimientos eróticos y sugestivos.

 

De ves en cuando nuestros sexos se rozan, se tocan sutilmente, haciéndome sentir un profundo calor en mis entrañas.

Los sudores se entremezclan. Tan cerca estoy de tu rostro que puedo sentir tu respirar entrecortado y esa fragancia tan tuya, tan íntima.

Dos alientos que se funden complementándose perfectamente.

 

Soy yo quien te llevo, pero el dominio total lo tienes tú sobre mí.

¡OH musa perfecta del movimiento! Llévame hasta lo más íntimo de tus secretos.

 

Te atraigo a mi cuerpo, te alejas, te aferro de nuevo en perfecta armonía.

Tu pelo, de ves en cuando roza mi rostro, caricia sutil. Su aroma me penetra, haciéndome perder en oscuros recuerdos y prohibidos apetitos.

El vapor de tu expirar, en mi viril cuello, eriza mi piel. Una corriente recorre mi espalda hasta llegar a mi sexo, trato de controlar, inútilmente, la excitación que explota en mí.

 

Los pezones se rozan. Puedo percibir los tuyos erectos, suplicando mi toque, mi lengua, mis labios, mis dedos, mis besos,….

 

Dulce e inexplicable sensación siento al meter mi pierna en medio de las tuyas. Siento mi escroto encresparse, retraerse…mmm dulce sensación profunda.

 

El sudor de nuestros rostros se entremezclan al estar tan cercanos. Tu sabor salobre me hace perder por un instante la razón.

La manera sensual en que sostienes mi cuello, me hace sentir un frío intenso que recorre mi espina dorsal, perdiéndose en medio de mis firmes glúteos.

 

Se desvanece lentamente la música. Nuestros labios espontáneamente se buscan, se unen, sellando así un pacto de amor que durará hasta la eternidad.