kavanarudén

Una prueba más

 

 

 

 

Desnudo mi alma ante un trozo de papel, que es capaz de soportar todo el peso que siento dentro.

La pluma obedientemente guiada por mi mano, es servidora fiel que plasma mis sentimientos.

Tinta sangre de mi corazón se versa ante el dolor, la decepción y la desilusión.

 

Por una situación burocrática, me he quedado en tierra con el billete en mano.

Hoy había planificado partir hacia tus brazos, romper de nuevo con la distancia que, por ahora, nos separa y ha sido, simplemente imposible.

¿Nuestro amor ha de pasar por una prueba más?

¿Hasta cuando y por qué?

Todos nuestros planes veo caer lentamente, rompiéndose en mil pedazos, justo delante de mí.

Siento crecer dentro, el disgustoso sentimiento de impotencia, que suave y cruelmente, clava sus afilados colmillos en mi ser vulnerable, arrancándome lágrimas amargas de inutilidad.

 

Me siento como un gladiador derrotado y humillado en medio de la arena, que solo espera el golpe de gracia, que nunca llega.

El inmigrante, que para obtener una firma que valga su residencia, resiste en silencio delante de la autoridad que le insulta, le grita, le arranca de cuajo su dignidad.

El niño indefenso, que ve inerme, como le destruyen su juguete preferido, delante de sus ojos.

 

Ha comenzado a llover fuertemente. El cielo está gris, oscuro. La lluvia se confunde con el granizo, con el viento fuerte y frío.

¿El tiempo ahonda su dedo en mi llaga sangrante o llora también mi desventura?

No sé que pensar, no sé que sentir, no sé que hacer….

 

Maldigo mi suerte y me quedo en el más absoluto silencio de mi alma, escuchando solo el viento, los truenos, la tormenta… reflejo fiel de lo que siento.

La soledad me abraza fuertemente, una vez más ha encontrado un terreno fértil donde ahondar sus raíces, me parece ver en su rostro macabro una cínica sonrisa.

Hoy en mi cielo no sale el sol.

Hoy en mi alma solo hay desconsuelo y tristeza.

Hoy me embarga el dolor.

Hoy en mi jardín no han florecido las rosas, solo recojo sus espinas.

Hoy no quiero consejos ni palabras de ánimo. Solo tu presencia, pero estás lejos.

Perdona amor por el dolor que a ti también te causa esta situación.

 

Me agarro, en este día, al gran amor que nos une. A él me aferro como un naufrago a su salvavidas. Ese mismo amor que nos dará la fuerza de superar otra prueba más que se nos cruza en el camino. Vivo virilmente mi dolor que, paradójicamente, hace crecer en mí el valor y las ganas de luchar sin temor.

 

Fuera sigue la lluvia persistente, dentro, en mi habitación me protejo del frío, con la manta de la esperanza. Solo me resta gritar, desde lo más profundo de mi corazón: “te amo amor”.