El te piensa, te desea, te llama, te despierta a media noche,
o a media mañana, te ríe... te llora... te busca... te encuentra..
te espera... te dilata... te demora... te toma!.
El siente como mariposas, te recita, te pone canciones,
te regala palabras de menta, amoldadas a la garganta,
te espera menguante y creciente, también lunas enteras,
te pasa las manos por las nalgas, te sufre, te goza,
te arropa, te tose, te mira embobado como si sólo tu,
y nada más que tu existiera.
Te lee y te subraya, te alborota en susurros y miel,
y sobre todo en las ganas,
en un mismo día te pierde y te gana, te enfurece y te aplaca,
de lejos o de cerca, te cuida, te mima, te acaricia el ombligo,
los pies, las nostalgias,
y el te nombra cómo si tu nombre fuera un grito en silencio,
te bebe ese río entre las piernas, te habla sin decir palabra,
te tiembla, te late, te atormenta, te gana todas las batallas,
esté con quién esté y allá dónde esté, solamente a ti te ama.
Te necesita y se retuerce en sus memorias solitarias,
solamente así el te siente, y aún todo con eso,
duerme tranquila, ¡pregona y vive segura de que te ama!,
te quedas vencida en su cuerpo, entre tus piernas él, vencido
se queda, que no hay mejor derrota que la de ser,
dos en un instante...
DOS EN UN ALMA!