Atrea

El viento

El viento violaba la calma 
y exponía a las melenas 
a un vaivén desde la raíz hasta los pies.
Y, aun cuando la calma 
intentaba el equilibrio 
el más dichoso soplaba hacia fuera. 
Las aceras eran, si no cemento y gravilla,
desde un treinta a un cuarenta y cinco de pie. 
Y con zapatos o sin ellos 
había quien dudaba
tener los pies en el suelo