Raúl Daniel

Eran las horas decisivas de la nostalgia (Espejo 122)

 

Eran las horas decisivas de la nostalgia,

cuando el sol es vencido y las aves callan,

eran las horas no compartidas,

las horas del dolor de tu partida...

 

Habíamos bebido por la tarde

la lujuria de nuestros cuerpos encendidos,

yo había consumido el néctar de tus senos,

y tú, embriagado con la virilidad de mis excesos.

 

¡Cada vez que te vas me sucede lo mismo!,

me dueles en cada célula del cuerpo,

saber que te aguarda tu marido,

saber que soy tu amante... ¡sólo eso!

 

Como siempre, me serví una copa,

luego, en una ceremonia, encendí un cigarrillo,

mientras observaba la pintura que tu boca

dejó en el borde de mi calzoncillo.

 

Y, otra vez el vacío, adueñándose de toda mi casa,

recorriendo el pasillo, de la cocina a la sala;

y yo, haciendo con mis puños crispados,

¡un dique a mis lágrimas!