Oscar Perez

Jamás nos rendiremos

Jamás nos rendiremos

 

Yo tiré piedras en los ochenta

y no olvidé preocupación alguna,

salvo mi casa y mis padres, salvo el resto

del futuro que creímos cosa hecha.

Anduve en barricadas con la luna,

marché con miles que no sé dónde se fueron,

estábamos tan juntos y sin odio

que el enemigo nunca supo dónde fue su poderío,

qué pasó con su horror y su injusticia,

quiénes éramos si ya nos daba por bien muertos.

Y así fue que salvamos la alegría,

que la vida volvió, como las flores,

tan libre como el sol, tan deliciosa

como el pan que alguna vez horneamos juntos.

Sólo que entonces lo entendimos todo,

algunos negociaron el reparto,

algunos ya tenían pactos hechos

y el pueblo se quedó como un buen pueblo y sin medalla,

y el hombre se perdió entre laberintos y promesas

aunque en casa, como siempre, padre y madre

lo esperaban tan sólo para entonces abrazarlo .

Es más difícil que las manos se organicen,

que la conciencia corra de ojo en ojo,

de razón en boca, de acto en acto,

más si hay tantos malheridos, más si hay tantos

que eligieron lo que sobre, las mentiras

a la fiera dignidad por la que tanto combatieron.

Es más fácil que el tahúr y los ladrones

se junten con las hienas y los cuervos,

una firma y se acaba el sindicato,

un disparo y termina el movimiento,

las migajas para el pobre, se conforma,

la misma vida miserable, total ya estaba acostumbrado.

que ni se eduque, que ni juegue, que ni hable,

que ni tenga salud ni techo alguno,

que se venda por drogas, que robe a sus vecinos,

que pague con la cárcel los crímenes del rico,

la santa explotación, la usura en el palacio

y la ancha soledad de mayorías en silencio.

Que callen los que ayer tiraron piedras,

añguno es ya minostro y ya norró su rebeldía,

alguno es funcionario y se olvidó de que fue pueblo.

Es más difícil que los miles regresemos a las calles,

pero ni aún así hemos de olvidar lo que ha pasado,

es más fácil que nos duerman y que hagamos que nos duerman,

pero ni aún así la vieja llama se ha apagado.

Yo tiré piedras en los ochenta y guardo algunas,

compañeros, ya habrá un tiempo de reunirlas

otra vez y de lanzarlas firmemente

y de forjar de nuevo la muralla

que deje atrás por fin a los que tanto traicionaron.

Es más fácil que dejemos que nos pasen por encima,

pero no por eso acallarán las voces que en la tierra

habrán de levantar un nuevo día fértil

en que ser libres o rebeldes y libres

cuando caiga la última opresión de los jerarcas

de no querer saber que aquí seguimos

y que jamás, jamás nos rendiremos.

 

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18 01 15