Luis Nunez

Siria

Una anciana ya sin lágrimas comparte angustia, miedo y hambre, mientras unta a oscuras su pena en té.

 

De todas partes hay ruidos de balas y explosiones, los incendios ya no se apagan, se extinguen.

 

Los que quedan ya no esperan, sólo queda sobrevivir donde quiera que los reciban, donde no haya guerra.

 

Las noches y las mañanas, solo traen muerte, los ríos son de cadáveres.

 

Ya es muy tarde, el odio danza su ritmo esquizofrénico y la paz se queda en las oraciones afligidas en los labios del exilio.