tigre blanco

EL sueño de la flor

Escondido suspiro,

oculto el viejo cirio,

entre lisonjas y brillos,

entre risas y miradas

se encuentra una flor afanada

que supone marchitada.

 

Entre claveles y jazmines

a la orilla de la luz persigue

en ella el sueño del destello ciñe

y el regresar a las primaveras se riñe.

 

Con la ilusión de los capullos

viendo caer las gotas en el arrullo,

dándole el viento un susurro

que llega acariciando sus hojas,

aunque para ella han pasado mil horas.

 

Queriendo no más marchitar

ella quiere llegar

donde la luz la ha de deslumbrar

y la va a diferenciar

entre todas las demás.

 

Más ella no sabe

y tal vez nunca sabrá

que pues a ella este poema le quiero dedicar

para que deje esa ilusión

y viva con pasión

los días que le han de quedar.

 

Más ella no sabe

y tal vez nunca sabrá

que aunque sus hojas

se han de marchitar

ella nunca dejara

de ser tan especial.

 

Hay que pensar

que la belleza

no se mide por el físico o la edad

sino por el corazón y por la pureza del alma.