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El Carmelo puerto seguro.

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La vida es tan corta como la de las flores de los campos,

la vida es una suave melodía en boca de Jesús;

pobre es el existir,

rica la vida consumida por el amor.

Solo el amor me puede llevar a zarpar en el atardecer de la vida,

para atracar en el puerto seguro que es el Carmelo.

 

Tú quieres que sea toda tuya,

Tú quieres que como paloma remonte el vuelo;

quiera hacer mi nido como la gaviota,

en el puerto seguro del Carmelo.

 

Amado mis alas se han dirigido

y el viento me lleva a la montaña santa

donde yace el árbol de la vida

en el cual quiero subir

y ahí hacer mi nido.

 

Mi barca ha zarpado,

llena de ilusiones y esperanzas;

mis labios destilan la miel del panal de tu palabra

y mis oídos escuchan el latir de tu dulce corazón.

 

El mar me habla de tu inmenso amor,

las olas me arrullan como si fueran tus brazos,

y los Andes me enloquecen porque Tú me has vuelto loca,

pero loca de amor.

 

-Jesús dame la cruz, pero dame fortaleza.

 

-Esposa, tómala es tuya,

llévala junto conmigo

y ven para que tu barquita

atraque en el puerto seguro del Carmelo.

 

-¡Oh soy un pescadillo

que ha caído cautiva en las redes del Divino Pescador!

 

-Sí Esposa, Amada mía,

apúrate ya llego para que mores en mí

y saques de este corazón todas las riquezas,

para la humanidad.

 

-No me importa Amado

que me des el abandono del Calvario

como el gozo de Nazaret.

 

-Amada,

el abandono es gozo en el amor

y el gozo es infinito al igual que el abandono.

 

-Amado,

escucha el clamor de mis entrañas que te dice:

“Quiero sufrir por Ti;

pero enséñame a sufrir amando,

con alegría, con humildad.

 

-Pon tus ojos en la Cruz y mirarás a tu Amado subir a la Cruz con alegría y gozo, entonces el sufrimiento se convertirá en gozo y alegría;

humildemente verás las cosas

y la sencillez se reirá contigo porque has amado la verdad

y has contemplado la vida sin fin.

 

-Amado, mi barca está siendo agitada por las tinieblas,

las olas se han alzado,

sólo rabietas y desánimos en la oración.

La meditación duerme un sueño atormentador

y las dudas me cercan día y noche,

pero me entrego a tu divina voluntad

y sé que el Carmelo es el puerto seguro

donde he de atracar.

 

Voy con tanta prisa,

nada ni nadie me detienen,

la alegría es sonrisa en mis andanzas;

mi corazón gime pero se consuela en tu Amor

y en tu silencio mi fe se solidifica.

 

Ya ha llegado la hora de verte cara a cara,

pero si Tú quieres,

oh divino Pescador Prisionero,

yo me quedo aquí en la tierra

para consolarte en cada campo

donde haya el trigo y la uva de tu Presencia Real.

 

Mi barca ha atracado en el puerto del Carmelo,

veo ahí el árbol donde mana la savia sapiencia;

mis ojos se han deslumbrado por la pobreza de este humilde nido

y por la alegría en que se vive,

porque Tú eres nuestra eterna alegría.

 

Voy entrando y cantando tus amores,

pero al hacerlo veo a mi nada criminal

ser consumida por Ti

y sumergida en el infinito oleaje de tu amor.