han-jael

Perdón y olvido

Han pasado ya varios veranos.

Me he abstenido de contarlos

para no interrumpir el proceso de olvidarte.

Te he pensado. Si.

Algunas veces lo hice con rencor,

desdén y arrebato

y otras con tristeza, resignación,

anhelo y desencanto.

No quisiera presumir

pero hoy te digo sin recato

que ahora te pienso sin conflicto,

sin recelos, sin enfados.

 

Miro tu cara al fondo de mi pensamiento,

inmutable, sin expresión.

Confieso que sigo viéndote igual de hermoso

pero ya no condeno tu maldad.

Recuerdo tu frialdad

pero tendrás justificación.

 

Fue muy largo mi camino y muy tedioso.

Hubo tristeza, dudas y falta de esperanza;

enojo hacia mi misma por lo ingenua que había sido,

pero ahora comprendo que no fue amor fallido.

Ya no lo veo como un error.

Te disfrute. Fui muy feliz.

Aunque solo fue un desliz

ahora bendigo esta aventura

que en veces, por no tenerte,

parecía una tortura.

 

Cada quien vive la vida

como mejor parece y conviene

y yo quise vivir así,

yo decidí vivirte a ti.

Agrego que, hubo momentos

en que quería huir,

desaparecer y hasta morir,

por no lograr que me amaras.

 

Desee estar lejos porque a mi parecer

no podíamos estar juntos en el mismo lugar

que cada día se hacía más pequeño.

Estando yo ausente conocí otras mentes,

otras bocas, otras caras, otros deseos,

otros cuerpos, sabores, perfumes.

 

Pero hubo uno que escogí de entre todos

con el que experimente de nuevo el amor,

no tan intenso- confieso- que como fue contigo,

pero reí, sentí ilusión y esperanza.

 

Tu recuerdo en ocasiones insistía

en relucirse en mi memoria

haciéndome sentir que te traicionaba,

pero precisamente por eso estaba ahí,

por las veces que pedí

estar lejos de ti.

 

Se me concedió la oportunidad

de empezar a perdonar.

No a ti. A mí.

Y olvidarte.

Y hoy te pienso.

Después de no sé cuanto veranos.

Lo he logrado.