Carlos Fernando

Padre, yo sé…

 


Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Lucas 14:33

 

 

 

 

 

 

ALEF (I)

 

PADRE, yo sé...

me has advertido

que aquel que la mano pone

al arado,

debe mirar a dónde,

coloca cuchilla y vertedera

para mover la tierra

del barbecho.

Que no hay excusa

a la demora de seguirte.

Ni el duelo

por los muertos

que enterramos,

ni amores de doncella,

ni herencia pendiente

de reclamo.

Y te ruego Mi Señor,

no tomes

a desacato

mi pertinaz insistencia

de escarbar en esta tierra

donde extranjero

y peregrino he sido

hasta la fecha.

 

BET (II)

 

Permite Señor

que me despida al menos

del que fui,

antes que muera,

que presiento

que pronto morirá

el recuerdo

de aquel que otrora

fuera.

Que la raíz

de la hierba silvestre

más se aferra

a la tierra,

de lo que se aferra

el tallo de la rosa.

 

 GUIMEL (III)

 

No me tomes en cuenta

en tu misericordia eterna,

si levanto del polvo

estos girones de tela

ya impregnados

de la arcilla del camposanto

donde se posan con texturas

de cartón piedra,

y que huelen a rancias

humedades mohosas

No me tomes a desprecio

por tu sangre,

si entre las hojas de un viejo libro

sin pastas, hurgo

por encontrar ajados remanentes

de lo que en otro tiempo

fuera mi corazón enamorado,

y la bandera  que acostumbraba

enarbolar ufano,

sintiéndome patriota.

 

DALET (IV)

 

Deja que ponga una  vez más

quizá la última,

sobre el tornamesa estereofónico,

los discos de acetato

que solía escuchar

en mi primera vocación de amante.

Deja que guarde por última vez

aquella fotografía 

donde apenas se veía lo que sería de grande.

O aquella, sepia y manchada,

del que fue mi padre

en esta tierra; la de mi madre,

aquellas de mis hijos

que se quedarán una vez más

cercados por mi ausencia.

De mi mujer,

espero aun no habré de despedirme,

y si así fuera , deja que mire una vez

más su cabellera, su frente y sus ojos,

para llevarlos grabados en el alma

y no tener que soltar

el bastidor que manda

la  yunta y el barbecho.

 

HEY (V)

 

Déjame despedir así sea a la distancia,

del lugar donde nací

Que allá me espera la tierra  prometida

como paga, y una nueva nación

a la que tu fidelidad me endosa

En cumplimiento al juramento,

por el que juraste a Avraham

su descendencia.

Que te juro Padre y Señor del alma mía,

por el amor que  ahora  te tengo

más fuerte, que aquel

con el cual aprendí a amar

-Porque ensayando a amar, a amar se aprende-

Que después de despedirme  del que fui

Habré de seguirte hasta el final

A donde me lleves a arar la tierra... PADRE.