luis augusto basteri

Mi pais

Mi país.

 

Ya ves que he pegado tus garabatos en mi ropero,

He hecho de tus fotos una maquina del tiempo,

Y tras el canto de la ciudad al anochecer,

Yo sigo extrañándote desde este país que es esta habitación.

 

Mi himno nacional son tus gemidos,

Y la bandera que me representa es un pañuelo que olvidaste aquel invierno.

No soy dueño de nada en mi país más que de mi soledad,

No soy otra cosa que un mundo enfermo en medio de mi territorio de ensueños.

 

Te podría enumerar las cosas que desde que te fuiste no he vuelto a tocar,

El rastro de platos rotos después de que te fuiste sin cerrar la puerta,

Aquellas firmas que hacías en las puertas de los armarios,

Y aún el polvo en las cerámicas conserva el dibujo de tus zapatos,

Simplemente son huellas que empezaron desde la cocina

Y nunca dejaran de transitar por mi alma.

 

Aun tengo las copas de cristal que usamos en nuestra última noche,

Y en ellas se puede ver el rojo sello de tus labios,

Tengo también el retrato que te hice mientras te  hacías la dormida,

El mismo que prometiste llevarte y olvidaste en medio de tanta cosa prometida.

 

Tengo tus delineadores de ojos,

Que con el mismo trazo negro,

Así voy trazando mi soledad,

El polvo de tu maquillaje aun sigue

Tapando aún más la ceguera de vida.

 

Hay también, quizá, en un rincón,

En aquello que le llamamos “cajita del recuerdo”,

Unos cuantos pelos que hallé en el peine que usabas,

Allí mismo están también tus alianzas de viejos amores,

Con sus nombres tachados.

 

No he vuelto a dormir en nuestra cama,

Y ella aún conserva las arrugas que dejabas con tu cuerpo,

Y en ellas aún puedo ver tu silueta.

 

Tengo el mismo dulzor en los labios,

Que aquella vez cuando te bese,

Mientras tú masticabas goma de mascar,

Ni siquiera recuerdo que gusto tenían,

Pero si se que tu boca sabias a frutilla.

 

Tú no comprendes que desde donde te escribo es un país de bruma,

Un país de nostalgias, en el que sólo dialogo con los versos y las letras,

En que te pienso de mañana mientras el café en mi mesa, se enfría,

vuelca. Yo reacciono, lo tomo, y vuelve a quemar mis labios.

Así eres, caliente en tu sangre, luego te enfrías, y cuando en verdad quiero amarte,

Me quemas con tu adiós… 

 

 

Augusto Passon 2010-02-19