Roquearguellesarevalo

Atid12

La noche tan azul

mi turbio cuerpo

sobre el frío césped,

le hablaba a la luna

y solo, sin nadie, escuchaba

el eco de los montes 

repetir su nombre.

 

La noche tan gris 

mi mente y mi alma

confluían en ese espacio 

tan horrendo, inhóspito 

y la luna celosa 

ya no me quiere hablar;

extraño su sonrisa.

 

La noche tan negra

de luto y despiadada

me lanza amenazas,

y dolía más mi indiferente alma

que el oír de sus palabras

de su boca, sus suaves labios.