Oscar Perez

La fiesta es de nosotros

La fiesta es de nosotros

 

La fiesta ya empezó, es la del lodo,

es la del robo entre ricos y pobres,

la de escuelas perdidas en la selva,

la de zapatos rotos de andar tanto.

La fiesta ya está aquí, somos nosotros,

luchando por cambiar lo inexpugnable,

besándonos sin más, hombre, mujeres,

y odiando al asesino que nos muele a palos.

La fiesta comenzó lavando ropa,

cortando leña, armando las sillas y mesas,

dejando a los enfermos en la fosa,

cortándole una rosa a la que viene,

amando sin dudar, odiando a veces,

pero volviendo al mar de la esperanza cada día

y cada noche en el enredo de los cuerpos y las almas.

La fiesta es nuestra ya, trae camias,

trae manzanas en las ferias de mi pueblo,

relojes de ocasión, deudas feroces

y un digno sonreír ante los tristes funcionarios,

la fiesta espera en ti, debes abrirle

la puerta, como ayer a esos viajeros,

como abres la visión con cada aurora,

como abres el corazón cuando tu piel desnudas,

como abres una lata de sardinas.

La fiesta va por ti, no le interesa

si eres el papa, el mercader, la chica fácil,

si eres el dueño del planeta o un soldado,

si traes o si llevas ropa limpia,

la fiesta es tu lugar mientras respires,

mientras riegues esa flor, mientras compartas

en cada mesa el pan que el trigo ofrece

y que a muchos no llegó por dormir tras alambradas.

La fiesta es nuestro amor, no lo acapares,

derróchalo en la luz del laberinto,

que baile, que el deejay ya mezcla ritmos,

aunque su padre ha muerto y no podrá estar en su entierro,

que dance cual collar de olas perdidas,

de manchas de alquitrán, de peces muertos,

que llegue con su hedor a mal progreso,

con su oxidada sal en tus pulmones,

que salte como el fuego en tantos bosques,

en tantas villas pobres, calcinadas

porque un cable no aguantó, porque los focos

quedaron encendidos tras tanta borrachera.

La fiesta es sin final, los muertos hieden,

pero ya brotan musgos y semillas de sus huesos,

briznas de una hierba indesmentible

y uno que otro palpitar de nuevas flores.

La fiesta, que eres tú, nunca se acaba,

conoce la expresión de tus fracasos,

la prisa de tus fugas, la rutina

de todos tus trabajos sobre el mundo,

de todas las miserias a tu cargo,

de toda la bondad que aún así repartes.

La fiesta, que es de aquel, se extiende entonces

como mantel, como las sábanas más blancas,

alcanza para todos y es de todos,

no vayas a olvidar que te invitaron.

La fiesta es justo aquí, ¿no oyes la música?

¿Es que en tus oídos tú no cantas,

es que en tus palabras no has bailado,

es que en el viento esperan que tú des el primer paso?

La fiesta es nuestra y ya, vengan sus dueños,

los hombres desde siempre enamorados,

las hembras que amamantan y han luchado

por un sitio mejor para sus propios corazones,

los niños que conocen del futuro,

pero deciden esperarlo para darnos su sorpresa,

los viejos con amor, pues aprendieron de las calles,

de las fábricas que alzaron para que hubiera más comida

y camas suficientes para los sueños de este mundo.

Bailemos, conversemos, bebamos en la luna,

la fiesta es vida y canto y no se acaba,

acabará cuando otra fiesta comencemos:

la de cumplir con nuestros sueños más preciados,

la de soñar con nuevas formas de volvernos mejores,

por hoy este es el baile, esta es la raza,

vayamos a volar, que nuestras alas

en la fiesta nos esperan, anunciando la alegría.

 

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03 01 15