Donaciano Bueno

Feliz inocencia

Hay algunos que quieren, y yo no sé por qué,

a la tierna infancia robarle la inocencia.

Pues yo he de confesar y a mi no me avergüenza,

que fue una noche, un seis de enero que me até

el dedo índice y una cuerda a la ventana

y que con ilusión lo hice e ingenuidad sana.

Y cuando de mi sueño al fin me desperté

¡oh, milagro! los mismos reyes de occidente

habíanme depositado sus presentes

junto a mis zapatos, quizás en la mañana.

Para nada pensé por qué razón la cuerda

seguía allí atada, impasible, muda y lerda.

 

Y es asi que hasta hoy ando y persiguiendo sigo

alguna ilusión, algún sueño, una esperanza

preciso imaginar, soñar y a veces sigo

despierto incansable danzando en esa danza.

No hay argumento ni razón, a mi me digo,

la via es pura fantasía y el que no quiera

así verla, apearse deberá del coche

echarse a la cuneta, evadir de la acera

o ausentarse de este mundo por la noche

reprochándose uno a si mismo los reproches.

Y puesto ya a que yo eligiera me pidieran,

a una verdad yo elijo siempre una quimera.