Esteban Mario Couceyro

La vejez

La vejez, cómo se nota, en los otros

si fuimos niños, ya no lo son

envejecen sin piedad

ya no ríen como ayer.

 

Algunos, se van sin regreso

dejando ese espacio, un hueco

que no es nido de pájaros

un hueco, como la noche en la mar.

 

Esas mujeres, que me enamoraron

se van secando de recuerdos vanos

vi en sus bocas, amanecer el sol

en tormentas de placer.

 

La vejez, quizá sea eso

una larga despedida de gentes que aburren

de anécdotas gastadas

de ojos turbios, sin asombro.

 

Pero me rebelo

y quiero renacer

que mis plumas

me lleven al cielo inmenso.

 

Que tus ojos enamorados

me vean tal cual soy

no como ese, del espejo

cansado de años y espanto.

 

Quiero ser niño

y correr tras mi historia

para vivir nuevamente

cada día de amor.

 

Hacer votos de alegría

y pedirte perdón

por no adornar tu cuello

con las estrellas reflejadas en la mar.