Roquearguellesarevalo

Atid08

Y acostados bajo el cielo

azul, todo iluminado

rodeados de nada

pero también de todo prejuicio nuestro

hacíamos lo que nuestras bocas 

por naturaleza no podían sosegar.

 

Pendulaba en su delicia 

y usted a mi me la quitaba

en su tierna, fina y exquisita voz

yo encontraba mi más cruda amenaza.