chrix

Zíngara

Se despeinan las dunas
al paso de tu cabello,
Gitana.
Barján de mis labios,
me parezco a la noche
con la luna mordida
en el barlovento de tu halo.
Bríllame los ojos,
bruñe mis tiznajos de un parpadeo,
agita las pestañas sobre el vergel
que florece en tu mirada
y cubre estas gravas donde
erial despierto.
Has cimbrar la balsa que
navega en tus caderas
hasta abarloar entre mis manos
tu cintura.
Y devuélveme la respiración,
pero
desase mis ojos y haz un abrigo
de piel para tus sueños.
Tállale al vacío un espacio
donde enjugar la miel de tus encantos
mientras afluyen mis latidos
en tu pecho.
Devorar cada centímetro de tu sombra
femenil donde emerges ninfa,
fémina de curvas con precipicios
al cielo.
Te intentaré,
en la adrenalina de un corcel
atravesando el viento,
te recorreré en raíces
ávidas de sustento,
para oír entre el fandango
solo tu voz
en la neurona del deseo.