La mirada se volvió
hacia esos detalles del Altísimo.
Las aves aparecieron
en el cielo,
en las ventanas,
en los árboles.
Los niños se acercaron,
dejando el aroma de un abrazo.
La alegría de vivir,
vino vestida de risas y canciones.
El caminar
se encontró con cada amanecer
que fue quitándole el velo
a los árboles
y a los seres
que coexisten en tu plano.
Es otra prórroga,
pigmentada de amor, de luz y armonía.