Oscurb

La libertad

 

Ah, injusta causalidad;

tus garras fueron a caer

en mi pálida conciencia;

en mi frente marchita

de incertidumbre.

 

Ah, injusticia si las hay.

El conocimiento

de la fría inmaterialidad

de nuestra pobre

(o inexistente)

libertad de acción.

 

Dios nos salve y proteja

porque ya no queda nada

más que sentarse

y esperar;

o actuar y esperar;

o pensar;

o ni siquiera pensar:

porque el pensamiento

también es causalidad.

 

Diga, señor, diga,

¿qué es usted acaso?

¿Qué piensa hoy?

¿Qué penso ayer?

No importa,

fue necesario.

 

¿Cree usted en el bien?

¿Cree usted en el mal?

No importa,

fue necesario.

 

Es extraño,

me enferma.

 

Todo ocurre

como causa y efecto.

 

¿Me están entendiendo?