Los versos ya no me sientan bien
pese a que tengo millones de ideas
revoloteándome como mariposas
muertas; las palabras guardan
asilo en mi garganta haciendo que
el vaho sea cada vez más pestilente.
Como la muerte.
Me gusta morir entre líneas, es mejor
eso que no a manos de una mujer
que escupa palabras de amor al viento
como un devoto que me acribilla
por mi preferencia.
Me despojo de lo sentimental,
de las caricias me he hecho alérgica,
de los besos con sabor a vinagre rancio
y del contacto inexistente creado por
dos cuerpos bastardos que viajan en la agonía.
Para tu silencio el mío, que lo acompaña
como la brisa que baila con la hoja marchita
pronta a caer; así te acompaño yo, para la muerte misma.
Para tu indiferencia la mía que se ha hecho tuya
ya, al compás de tantos versos, como hiedra han crecido
los sonetos para tu impasibilidad.
Para tu vida mi olvido que se ha hecho tuya,
que se hizo nuestro…