Peregrina

JUVENTUD ACOMETIDA

 “¿¡Por qué nos asesinan!?”

Se escucha el grito al viento

exigiendo con vehemencia

al fragor de la protesta

una nueva realidad,

y no la del desaliento.

 

Claman por justicia,

buscan mejor vida,

buscan el respeto

tras la vileza empedernida;

pero en las alturas

se encarna la ruindad,

permea la bajeza,

la abyección y la maldad;

todo es disfrazado,

encubierto, desfigurado,

en donde lo que se aplica

es entre otras cosas

tortura y desaparición.

 

Legítimo el intento

de luchar por sus anhelos,

donde engendros malnacidos,

innobles, corrompidos,

sus jóvenes vidas

impunemente truncan

en abominable

y descarada represión.

 

El execrable poder

una juventud amedrentada

es lo que quisiera ver;

que no expresen, que no digan,

silenciados, ateridos,

que se traguen los discursos

con palabras de oropel.

 

¡Mas nunca lo han de lograr!

Las voces no callarán.

Juventud, divino tesoro...

Su fuerza y determinación

jamás podrán aniquilar.

 

México victimado,

ahora de negro vestido,

herido, agraviado, dolorido,

bajo un constante hilo de sangre

que se ensancha día tras día;

cuántos más se han de marchitar,

cuántos más han de perecer

antes de que encuentres

de nuevo tu camino?

 

Vives el horror,

has sido secuestrado,

el tren de la muerte

corre desbocado;

en tus entrañas estás llagado,

asesinan sin piedad

a lo mejor que hay en tí,

tu valiosa juventud

rebosante de vida,

la que se niega

a entregar su dignidad,

la que se aferra

en mantener su alma viva,

la que no se doblega ante la saña.