ARA

Éxodo

Eres dulzura encubierta y todo lo que temo,

Como rayo fatuo  atravesando  en mi diestra.

Eres relámpago inconstante en esta noche desierta,

Donde en instantes mi mente se escapa y no piensa.

 

El velo firme de un corazón lacerado fluye en zigzag a tu puerta,

Y otras veces alterable se estremece y se modera,

En  las noches siniestras de esta ciudad de sofismas desierta,

En el amanecer en que aun la vida da vueltas.

 

La constancia vive de un haz que penetro mis sentidos,

Una noche que parecíamos dormidas.

La premonición intensa fue primicia de esta causa,

Que no se muestra diáfana al destino.

 

Una esperanza cálida y a veces extraña,

Que me da paz y a veces tormenta.

Nada pienso en este valle que aguarda,

A unos pasos de mil batallas violentas.

 

Una fe sostiene mi entereza, mi voluntad y mi propuesta,

Se impone sin permiso este fuego dormido de décadas,

Pretende encender despacio el vacío en tus alas heridas,

Y en aquel polvo de la nueva era que comienza.

 

Atravesaré ese mar atormentado entre el filo de las hélices eclipsadas,

Calmando la ansiedad sensible de la agonía de tu existencia.

Si tu mano está dispuesta.