GuillermoO

La suicida

 

A Beba

I

Ella tenía un plato de sal como una bolsa de trigo donde se buscaba.

 

Tres veces había golpeado en la tormenta como una forma de predecir la muerte.

 

Ella no creía en la libertad ni en los profundos designios del instinto.

 

Cayeron entonces las caricias alquiladas en viejas kermeses de colores

donde las visitas teñían su pelo de aire y agua consumida.

 

Una tarde, con remordimientos vestidos de locura,

cuyo definitivo corredor estaba hecho de la evasión insomne de la muerta.

 

II

 

A la hora en que calló

siete pares de nutrias lamieron su cadáver,

y una rosa mantuvo con ella una pasión:

el corazón del agua doliente barría para siempre las últimas preguntas.

 

G.C.

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