Marc Tellez Gonzalez

Bella tristeza.

 

 


Mi mano cae sobre la tristeza inmensa tocando mi frente, apagando la luz en mis ojos que alguna ves brillaban al verte.

 

Aparece un luto profundo de la nada y nada es azul, ni el cielo mismo de mi tarde.

 

Luto que se desborda como los manantiales de las preguntas sin respuesta, e imagino castillos de arena que se derrumban al cambiar la inevitable marea de la playa muerta.

 

Veo lo negro del asfalto como queriéndome tragar a lo profundo de la inconsciencia, dejando la sensatez colgada y atórada en las manos de los inciertos. Como sí fuera un vestido de novia que nunca se usó. Que continuará en la espera, colgado para el día que nunca ha de llegar.

 

Muere la tarde, muere el tiempo a cada instante. Como la condena del que nace y la libertad del que muere.

 

Ardiente penumbra, hoguera de estrellas, infinita soledad, cansada espera.

 

Oh! tirana esperanza que no avanza en las grietas cristalinas de mi tortura.

 

Aurora boreal destellanté del infinito, que asechas la noche del firmamento para darte a conocer, dándole belleza a la tristeza que hoy a mi me toca.

 

Tristeza tonta sin motivo, dormida incauta de los menesteres del tiempo.

 

Aléjate de mi, ya no me escupas dolor en la cara, que en mi corazón jamás te he de echar de menos.

 

Porque en dolor te vuelves y te desbocas, para tirarme en la sábana de la negra boca que tienes tu, bella tristeza rara.

 

 

 

Marc Téllez González