josecarlosbalague

HORAS DE AMARGURA. MUERTE DE LA ESPOSA

 

Transcurren las horas lentas, vacías, a su lado,

velando su muerte ya inminente;

mas estar con ella en sus últimos momentos son las horas más sublimes de mi vida.

El destino me obliga a beber el cáliz atroz de la amargura.

Digo como Jesucristo: ¡Señor, aparta de mí ese cáliz!

Pero, como a él, nadie me lo aparta,

nadie me responde.

He de seguir bebiendo de él…

El tiempo que le resta está ya, probablemente, determinado.

Me tortura la idea de su inminente muerte.

Permanezco junto a ella desesperado, observando su existencia que se apura.

¡Cuánto cuesta morir, inútilmente!

¡Qué innecesaria es la agonía!

Le acaricio con ternura una y otra vez y otra y otra la frente, los cabellos.

Permanece con los ojos cerrados, inconsciente, esperando, sin percibirlo, la muerte.

Ese postrer instante en el que, dicen, el alma, si la hay, se desprende de su envoltura

y parte, nadie sabe con certeza a donde.

Pero hay que tener fe en esto, fe que, reconozco, no tengo y envidio a quienes la tienen.

No me salen las lágrimas pero tengo el corazón empapado.

El llanto es interno pero intenso.

En las horas de vigilia, me vienen recuerdos del pasado,

vivencias de tiempos felices vividos con ella,

que jamás, jamás habré de olvidar.

Están perennemente grabados todos en mi memoria;

reaparecen en mi mente como en un film

al hilo de los recuerdos,

todos los momentos felices, que pasamos juntos que fueron muchos;

los malos, que también hubo, se olvidan.

Mujer entera, sabía querer.

Esposa y amante; amante esposa fue siempre.

Me duele el corazón al recordar, que es sufrir.

 

Es un día de julio; cualquier día para cualquiera excepto para ella y para mí.

Día trascendente es el día del tránsito a,

probablemente, ninguna parte.

Desgraciadamente no estoy en el instante.

Me he ausentado un momento y ocurrió lo esperado.

Su vida agotó ya su holgura.

Exasperado, me enojo conmigo mismo por no hallarme a su lado.

¡Deseaba tanto estar junto a ella en su postrer instante!

Ya a su lado, muerta,

caliente aún,

besé sus labios por última vez,

el último de los muchos besos que le di en vida,

y con ese beso le di mi postrer adiós.

 

¿Habrá visto el túnel, la potente luz que dicen se ve en el momento del trance?

¿Qué debió sentir en ese momento?

¿Dónde estará ahora?

¿En qué lugar ignoto se hallará?

¿Sola?....