María

INGRÁVIDOS

Pupilas almendra de mirada fija. Discurso exquisito con final abierto. Sumó intelecto y resultó el desafío perfecto.

 

Con la luna en mis sombras señaló Ganímides, y me elevó hasta ella en la intimidad más suave, en la unión más pasmosa.

 

Temprano sobrevolamos las Líneas de Nazca. Desde el habitáculo cuestionamos incógnitas que ya velaban áureos sentires.

 

Almuerzo y risas invistieron la entrega. Comunión espontánea de corazones a prisa.

 

Hoy no camino. No camino porque vuelo. Su magia descubrió mis alas. Me deslizo sutil y ligera tramando tibiezas.

 

Cuando regresa atravesamos esferas tomando órbitas inciertas. Al partir deja ramos de certezas.

 

Cada noche es una fiesta evocando la memoria del viejo puente, del río y la alameda. Y nos desvanece el ensueño embebidos de canela.