joanmoypra

EL GUITARRISTA

¡Hoy mi vello se ha erizado
al oír las tristes notas 
que suspiraba una guitarra
por el tañer de una copla!

Una copla que cantaba 
un sucio y harapiento chiquillo,
que abrazada la tenía
con gran decoro y cariño.

Las zigzagueantes curvas
del cuerpo de esa roída guitarra, 
para el desvalido chaval eran
los tristes recuerdos de su mama, 
cuando esa copla con amor
le susurraba sentado sobre su falda.

El lastimero sonido
de las cuerdas al vibrar,
rascadas por unos dedos
en los trastes colocados, 
emitía hechos notas
tristes lamentos que
en el ambiente quedaron, 
y ante la gran emoción 
que en el instante sentí, 
de mis ojos unas lágrimas brotaron
al no saber que decir.

Un platillo descansaba
sobre las mugrientas, 
frías y desconchadas baldosas, 
en el que clareaban unas
georgicas y sucias monedas solas;
aportadas por aquellos no 
por el arte que en el mismo veían,
más bien por la pena que
aquel pobre niño transmitía.

Unas penas que
descritas en canciones,
nos parecen diferentes a
las otras penas que nunca ven
nuestros despistados corazones,
cuando por las ciudades caminando
nos cruzamos con humildes pobretones.
 

Gentes que lo están pasando tan mal
como aquel harapiento mozalbete,
en aquella solitaria plazuela
con su vieja guitarra, donde
rascando sus cuerdas gastadas,
la vida se iba dejando por unas
miserables monedas de nada. 

Vidas que para algunos que
en este purgatorio sobreviven,
son el fiel reflejo de la injusta 
sociedad que con los mismos convive,
al pensar que los demás esa vida han merecido,
por haberse portado mal a lo largo
de su tortuoso y miserable camino.

Pero como dijo el poeta:
” Nuestras vidas son los ríos
que van a dar a la mar que es el morir”;
y en ese mar nos veremos
y de nada servirán ni barcos ni marineros,
porque juntos quedaremos al lado
de los que llegaron primero,
para rendir ante el creador
las cuentas que le debemos. 

Joanmoypra