Alexander Vortice

Llámenle CIELO

Supongo que ya no podrá ser

de otra manera:

Me puede el haber estado

cara a cara con la afable muerte,

el haber conseguida

nada de nada -por fortuna-,

y saber que “nada” también es “algo”.

Cuando la defunción y el R.I.P.

succionen mis vértebras

digan que fue Cielo lo que viví,

lo que me llevó al nicho interfecto;

no quiero lloros ni palabras bellas,

no deseo estar mirando el “más allá”

con seres ridículos circundando mi ataúd.

Solamente digan “Cielo” y allí estaré:

Los pocos que me hayan querido

ya sabrán a lo que me refiero…

Cielo; los otros, la mayoría de cuervos,

a secas que escupan al suelo

y sepan que yo –siempre-

escupí primero.