Mike Rodriguez

DIVAGANDO EN UNA TARDE CUALQUIERA

 

Ésta tarde de Noviembre

                      es muy angosta

como el orificio de una aguja

en que no pasa nada,

si acaso el hilo de las horas

o el viento que siempre vaga

 

Mis extremidades se desdoblan

y desbordan la orillas de la cama,

se extienden en su centro

y sobre sí mismas se enrollan

en incomodidad de modorra

 

Me incorporo y agito la mirada

que se me sale por la ventana

a palpar la calle solitaria,

a derramarse sobre las aceras

                                  y su pasividad,

a sentarse en una mecedora

y reposar en su curvatura de metal

 

Esta tarde que mengua,

eslabón incandescente

entre la noche y la mañana,

es distintamente igual

a la que ocurrió ayer,

y en punto de las 7

-si mi reloj están bien-

cerrará su vitrina de lumbre

                     y se esconderá

tras oscuras sábanas de aire,

pienso [a veces lo hago] :

                      el giro de la tierra

solo es un parpadeo perezoso

                                 de mi ojo.


Esta tarde me dice:

que no soy más que un instante

                                 petrificado

que infinitamente rota,

e inmóvil

se mueve centrífugamente

                                 hacia afuera,

en el propio lugar

donde nunca es donde mismo,

sitio anclado al movimiento

                     en el que estuve,

en el que estoy y estaré

                                 aunque muera;

así lo dice la Física, también.

 

Ésta tarde

es una tarde cualquiera

ideal para divagar,

arriesgarse a alcanzar la libreta,

                     coger la pluma,

recostarse de nuevo y ponerse a escribir

                     a pierna suelta…