gatoconbotas_58

Extraños en el tren (capítulo -2)

[[[ Tu, eres tu
y que es la lejanía?
Silencio,
tu cuerpo durmiendo
y tu cabello que se desarma en la almohada,
tu, ángel, durmiendo en silencio
y yo quiero nombrarte,
susurrarte al oído \"que te quiero\"
pero está la distancia
y es como invierno
y tu inmóvil
como una hoja seca por el viento
\"amarilla\"
y yo no tengo nada
ni una sola onda sonora,
ni un pincel,
ni un ocre,
ni siquiera el mar
que me mira indiferente
o la luna
como aquel velador que se olvida encendido
o la pc en radio 100
en lentos 80,
La sábana marca tu cuerpo
duermes y yo te miro
desde esta infinita distancia
que dice mi mente
y nace una luz,
una tenue luz,
un sueño
y tu sueñas conmigo
y no comprendes
que nos separan mil cosas
y nos excitan todas esas cosas imposibles:
una simple fruta,
un color,
un sabor a boca
a labios tiernos y ¿como será?
lo raro, lo nunca apreciado,
lo impúdico,
lo no santo, lo prohibido
según los extraños:
extravíos,
la experiencia
según los años,
la escritura
según las manos,
y nos unen
tus labios sobre los míos:
anatomía,
mi mano entre tus piernas
y el lugar a tu lado
o a mi lado
los dos.
Tu ángel
y yo quisiera una canción,
una melodía que te merezca,
un aire de madrugada estrellada
y el cielo azul,
la noche cálida
y un saxo que llora un jazz
el que más te gusta
o un blues
el que más me gusta
entonces empezamos a conocernos
y el saxo se arrepiente
y no sabe para donde dirigirse
y se queda callado
y hablan los corazones
sin edades
y los pezones se excitan
quiero morderlos,
mimarlos
y ya nada
se me evaporan
en tu mente callada,
tus jóvenes años que esperan
tal vez otra cosa: un futuro
y el futuro que no me espera y se marcha lejos.
Duermes
y yo en silencio te extraño,
te escribo a falta de besos
y voces y tu piel:
papel,
tu perfume:
mi deseo,
despiertas y
se fue….Nos fuimos.]]]

Dos horas mirando fijamente a través del vidrio irrompible, habíamos pasado por la vieja vía de Vera Mujica y yo conocía casi todas las casas y sus fondos y hasta algunos de sus moradores, cruzamos toda la ciudad, luego el paisaje empezó a hacerse monótono y el campo parecía que nos tragaba, de no ser por la ruta paralela, angosta y atestada de camiones, creo que el campo finalmente nos hubiese devorado. Decidí estirar las piernas y recorrer un poco el tren, conocer algunos detalles; era obvio que íbamos en dirección a Buenos Aires, pasamos las viejas estaciones casi olvidadas de Gral lagos, Arroyo seco, Fighiera, todas repetidas y prácticamente muertas y seguíamos adelante y las casas se transformaban en galpones, silos y campo verde y llano e infinito. No había prestado atención pero me di cuenta al levantarme que el vagón estaba casi completo de pasajeros, miré un poco asombrado ya que no conocía prácticamente a nadie y empecé a sentir lo que significa estar solo entre tanta gente, puse mi mejor cara de nada y una tenue sonrisa dejaba entrever que estaba nervioso. Una señora algo gordita con trajecito de paño a cuadros marrón clarito con rayitas rojas dejó de hablar con sus parientes, suponía, y me miró como si yo fuese un extra terrestre o un enfermo de alguna de esas enfermedades muy contagiosas, entonces me revisé con una mirada rápida y no supe nada realmente que demuestre anormalidad alguna, claro yo los veía raros y ellos supongo que también sentirían esa sensación, es muy raro sentirse enamorado de la mujer que aún uno nunca conoció. Pensé “qué estarán sintiendo cada uno de ellos” (todos deberíamos imaginar lo mismo para estar allí juntos) y busqué alguna cara bonita para reconfortar el espíritu, y no la conseguía en ningún asiento, tal vez en la próxima parada. Llegué al final y una puerta guillotina “me esperaba”, increíblemente se abrió ante mi presencia, un sensor de posición, inteligente, alguien había diseñado este tren con todos los adelantos, tontos adelantos, simples pero confortables, no era difícil armar un tren con cierta tecnología, la tecnología nos daba esta pequeña mejora de calidad de vida pero en este caso no llegaba a ser compleja y eso era lo que yo empezaba a disfrutar, la complejidad me hubiese matado lentamente. Ahí volvía, el hombre gordo de traje azul y botones plateados con el pica_papeles en el cinto a modo de pistola, pensé “LA LEY” y encontré la frase para sonreír aunque sea por unos segundos.

_ Sr. una pregunta, ¿puede ser?

_ Ya hizo su pregunta, ¿cual es la segunda?

_ Ese es un chiste viejo.

_ Si que lo es pero siempre tiene resultado.

_ ¡Me robaron la camioneta!

_ ¿4x4?

_ 16… ¡pero me robaron la camioneta!…

_ Ah! ese si que es malo…

_ ¿A la par?

_ ¿cuál es la tercera?

_ Estamos entre dos espejos y vamos al infinito

_ El cuento de la buena pipa jaja.

_ Me preocupan algunas cosas.

_ La señorita que está en el tercer asiento no es señorita…

_ No eso no me preocupa, es que no se donde se desayuna o para comer, no conozco el servicio ni si dormiremos en los asientos… ¿aceptan plástico?

_ No se preocupe por nada, ahora le envío a la azafata. Espérela en el vagón comedor, siga dos vagones más y allí lo encontrará, primer mesa a la izquierda es la suya. ¿No lo imaginó usted?

_ No, pero gracias trataré de imaginarme como llegar hasta allí (uno no puede perderse en un tren).

Nos pusimos panza con panza de espaldas a las ventanillas y cada uno siguió en la dirección que llevábamos antes del encuentro. Llegué al coche comedor y en mi mesa (primera a la izquierda) esperaba una mujer de unos treinta años, pelo negro algo enrulado, largo hasta la cintura y dos grandes pechos redondos como frutas carnosas que se escapaban de su chaqueta azul tanto que no le permitían abrochar los dos botones superiores.

_ Puedo sentarme en “MI” mesa, ¿me esperaba?. (Me preguntaba por dentro ¿Cómo hizo el guarda para avisarle si él siguió en la dirección opuesta?… esto empezaba no a asustarme sino mas bien a ponerme un poco mas nervioso de lo que ya estaba, o tal vez la mujer belleza lo producía?)

_ ¿Usted es Daniel?

_ No, no, usted se equivoca, Daniel es mi hermano, bueno era… él falleció hace algunos años. 

_ Ah disculpe mi ignorancia, no sabía… (y comenzó a turbarse)

_ ¿Usted es la azafata?

_ Si lo soy, mi nombre es Bibiana, con B larga.

_ Seguramente B de Bonita

_ Gracias… por el cumplido.

_ Por favor…Rubén.

_ Rubén, si. (Extrajo una larga lista de una carpetita) usted tiene asignado un privado en el coche cama y amplias libertades…

_ ¿Amplias libertades?

_ Si amplias L I B E R T A D E S (me lo deletreaba y yo miraba su boca en cámara lenta, sus labios cuadro por cuadro y mi vista iba a sus pechos y su camisa blanca desabotonada como su chaqueta azul, el deseo hacía ponerme nervioso y tenía miedo de empezar a tartamudear pero me dije: estamos en cámara lenta no puedo tartamudear, junté coraje)

_ Eso significa invitarla a tomar algo también…

_ Son las 11 de la mañana.

_ ¿Eso es un si?

_ Eso es un amplio SI aunque sean las 11 de la mañana, no tendría usted un Phllips Morris para convidarme?. Existe un mejor lugar para tomar algo, el vagón multimedia, está unos vagones mas adelante, allí el tiempo es el que uno desea y se puede fumar.

_ Quiero conocerlo y no tengo PM, dejé de fumar hace algún tiempo.

_ Lástima, puedo llevarlo, sígame.

_ A su orden mi querida… Bibiana (qué número será Bibiana en mi mente) Nos levantamos y yo en un gesto de caballerosidad la dejé pasar, llevaba puesto una pollerita azul haciendo juego con la chaqueta, a modo de trajecito, la pollera era muy corta, una mini y noté su ropa interior blanca… “A la mierda” me dije. Su andar era impresionante, era algo alta y su cabello mas largo de lo que yo suponía, llegaba hasta sus nalgas, sus piernas torneadas, delgadas pero muy torneadas le daban cierta inestabilidad a su figura voluptuosa. No tardamos en llegar, la última puerta guillotina se abrió ante nosotros y dejó ante nuestros ojos un vagón delicadamente iluminado, prácticamente vacío solo con una mesita y dos sillas inglesas en el fondo.

_ ¿Me das como dices tú un PM?, tu bolsillo derecho…

_ Pero si yo… llevé mi mano al bolsillo derecho y allí estaba un paquete abierto con unos 15 cigarrillos intactos… ¿cuando fumé yo esos 5 que faltaban?, lo mas curioso fue encontrar una cajita chica de fósforos de madera “fragata”, fuimos hasta la mesita y nos sentamos, encendí un fósforo y dejé quemar justamente la cabecita roja del mismo (una vieja manía) para que no contamine al cigarrillo y cuando ya ardía la maderita encendí un PM y se lo di y encendí otro para mi sabiendo que me proporcionaría mareo, un poco al principio al menos. Bibiana giró la vista y de la otra puerta guillotina apareció un mozo con una bandeja y dos “martinis” exactos como a mi me gustaban, dos hielos, un chorrito de soda y limón y un pequeño cenicero de cristal verde claro transparente. Así como vino se retiró con un gesto de “a su servicio”. Una música muy suave nos rodeaba lentamente y el humo de los cigarrillos se mezclaron formando una pareja de bailarines que se escapaban hacia unas rejillitas ubicadas muy delicadamente en el techo del vagón que supuse eran extractores de aire.
_ Amplias libertades (dije)

_ Amplias libertades…

_ ¿No tiene calor, por qué no se saca la chaqueta? Y ella como si yo le hubiese dado una orden se levantó y se la quitó muy lentamente, ante mi total sorpresa siguió con la camisa y luego con la pollerita… como si me leyera la mente quedó totalmente vestida o mas bien desvestida con su ropa interior de seda blanca con sus bordes de encaje del mismo color. Yo estaba atónito, me vino a buscar me dio su mano y yo me levanté, empezó a desvestirme y casi la quemo con mi cigarrillo que aún tenía en la mano.

_ ups…

_ No pasa nada, tranquilo.

_ Estoy tranquilo (mentira y aceleré mi desvestida)

Miré alrededor, entre las sombras divisé un lindo sillón de dos cuerpos de estilo inglés… no serviría de mucho pero algo es algo, mejor que el piso. Yo ya estaba desnudo y ella aún no, pasó sus brazos por mi cuello, apoyó sus pechos poderosos en mi pecho y supe que era bien alta. El beso fue el principio, sus labios me arrebataron, su lengua se introdujo en mi boca salvajemente buscando la mía. (Pensaba, disfrutaba, y me atemorizaba, ¿sería un sueño? Y no quería despertar jamás, pasé mis manos por su espalda y busqué arduamente el ganchito del corpiño, me costaba trabajo desengancharlo y supuse que ella pensaría “es un idiota” y ¡zas! lo logré, justo a tiempo, liberé sus dos preciosas tetas de sus prisiones de seda y encaje… ah sus pezones rozados perfectos… Ella dejó mi boca y con su lengua empezó a bajar por mi cuerpo, primero fue mi cuello, luego mi pecho, mis propios pezones y siguió y siguió su camino pre establecido. Bibiana era perfecta y no recordaba haberla contratado como tampoco recordaba los cigarrillos ni la cajita de fósforos, el piso nos encontró primero y la ropa esparcida, luego el sillón inglés y luego la silla de estilo, yo sentado y ella rodeándome con sus piernas torneadas, moviendo sus caderas y nalgas hacia delante y atrás con fuerza en un balanceo que me hacía temer por caernos y allí centraba toda mi atención: a no caerme, me rompería la cabeza y en realidad Bibiana quería destrozarme… y casi lo logra si su gemido no hubiese llegado a tiempo, entonces me olvidé de toda caída y me puse a hacer mi mejor trabajo, hubo continuos gemidos y gritos ahogados, luego tuve sed, una sed inevitable, siempre me ocurría después de tener sexo.

_ Vos te cuidás? (Le dije)

_ Dame un cigarrillo (Me dijo).

Encendí uno con el fósforo de madera, se lo di y encendí otro para mi con el mismo fósforo, lo tiré en el cenicero de cristal justo antes de quemarme los dedos, ella juntaba la ropa y fumaba, yo desnudo sentado en la silla inglesa parecía un personaje digno de una película de Fellini (trola_potra pensé, “es tremenda”), aspiré profundo, tragué el humo, parte lo expulsé por la nariz, como en los viejos tiempos y parte por la boca, el humo salió limpio, la mugre había quedado en mis pulmones y el deseo flotaba en mi mente, me sentí nuevamente algo mareado, dejé el cigarrillo en el cenicero, bebí el resto de los martinis, la tomé del brazo izquierdo, ella dejó su cigarrillo también, la besé con todas las ansias y recomenzamos lo que acabábamos de hacer, deseaba tener sed, mucha sed y bajé a beber de sus aguas mansas… El mozo abrió sigilosamente la puerta guillotina, sin hacer casi ruido volvió nos miró de reojo, así como casi sin querer, insinuó ignorarnos como si fuese ya común para él esta situación y dejó dos nuevos martinis en la mesita… los cigarrillos se consumieron por completo. El hielo se disolvía en los martinis rojos, Bibiana sería BB número 02.  

Viajar bien lejos

donde patria cede

viajar a tus ojos

viajar a tus senos

viajar bien hondo

viajar tierra adentro  

a tus rosadas paredes

saber que me esperas

para que yo penetre.  

 

continuará