Oscar Perez

La eterna vida

La eterna vida

 

No hago nada, yo sé que no hago nada,

como el sol que se sienta en su trono a ver el día,

como el mar que revuelve sus olas sin sentido

sólo para que nadie le critique su pereza.

Agito la corteza de mis ramas rojas

para que, entre las hojas que desprendo,

parezca que encontré la primavera,

o al menos el otoño de pétalos dorados,

o al menos la canción que en las semillas nos sostiene.

Para que crean que es la tierra libre

la que van recorriendo mis raíces

o que es a mi ritmo que la esfera gira

mientras yo cuido el paso de las nuevas golondrinas.

No hago nada, me resisto afablemente

a creer que necesito demostrar que existo,

que es necesario más que palpitar al ver el cielo

y aquí mi sombra en paz entre las calles de este mundo,

es esto lo que soy, si no les basta

esperen a que crezcan los damascos,

a que la estrella brille por la noche,

a que la madre en el balcón sueñe ese niño que aún no viene.

Lo amamantó por siempre, sin saber que era un lucero

o un árbol o un halcón que desde lo alto la acompaña.

Soy yo, les digo, ella lo sabe y me sonríe,

la madre tierra nace y yo con ella parto

sin hacer nada más que amarla, porque

es la única opción de ser nosotros mismos

para siempre en este surco al que llamamos vida.

 

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21 11 14