Adrian Rodriguez

A Nina

En tu última hora,
Por fin se reúne toda la familia
Como siempre la quisiste ver.
Alrededor de tu cama,
Aferrados a tu lecho,
Distantes, muy callados.

 

Alguien con el corazón mutilado de dolor,
Absorta en sus propios pensamientos,
En su tristeza, en su atónito sentir
Te da de comer... sopa, tu ultima sopa;
Como para confortarte el alma,
Como para abrazarte y calentarte por dentro.

 

Que delicadeza y cuanto amor
Al cortar la papa;
No se si la zanahoria grito al percibir la melancolía
De la mano que manipulaba el cuchillo...
Pero el agua en la olla hervía entre gritos,
Entre crujir y agónicos sollozos;
De los corazones que se lamentaban
De no haber pasado un poquito mas de tiempo contigo.

 

Oh mujer de inquebrantable fe;
No habido ni habrá otra como tú!
Yo no recuerdo haberte conocido
Antes de aquella hora,
Pero el destino caprichoso me puso allí
y en el momento exacto,
Cuando entregabas el espíritu
Mi alma dio un grito como para retenerte,
Anunciando el momento final;
La cuchara dolorienta callo al suelo...
Todos lloraron.
Lo demás no importa!

 

Quisiera agregar que en mi país se dice:
Que cuando alguien bueno muere el cielo llora...
Y ese día la lluvia fue hermosa
Y el sol tímidamente asomo la cara
Para verte volar entre las nubes;
Impregnada de alegría, como la alegría de cuando se es niño.
Ahí estaba Dios y sus Ángeles en el cielo esperando por ti.

 

Que tus restos descansen en paz nina...
Porque tu espíritu sonríe en la intimidad con Dios.

 

 

                                                                             By: Adrian Y. Rodriguez