Raúl Daniel

Una Fantástica Historia Común (IV) El viaje (segunda parte)

 

El bus iba resoplando

sus ansias de kilometraje,

ocho horas ya llevaba

(por la mitad de su viaje).

 

En seguida de una curva

a unas quinientas zancadas,

el tronco de un grueso árbol

la ruta atravesaba...

(no hubo tiempo de pensar,

solo de hacer la frenada).

 

Cuando la puerta se abrió

y se bajó el conductor

(de orinar tenía ganas),

de varias partes salieron

hombres con caras tapadas,

montando motocicletas,

dando miedo y estupor...

 

-“¡Vamos a ser violadas!”

gritaba una monjita,

y se notaba en su cara

la alegría, ¡pobrecita!

 

-“¡Entreguen todas sus joyas,

el dinero y los relojes...!”

Al registrar las valijas

encontraron contrabando

de bebidas y bombones

 

La azafata preparó

sándwiches y bocaditos,

y cuando el rock se escuchó

algunos lanzaron gritos.

 

Al costado de la ruta

iban aparcando los autos,

José cobraba la entrada,

todos seguían bailando.

 

La monjita improvisó

en un pequeño escenario,

un acto bastante cómico

y con muy poco vestuario.

 

Raquel no se despegaba

del que parecía el jefe

(sus largos rizos dorados

la tenían deslumbrada).

 

Cuando llegó el patrullero

hubo una gran risotada,

los que enseguida se unieron

a esta enorme jarana.

 

Cuando se hicieron las siete,

meta empuje y carcajada,

en menos de un periquete:

¡La ruta está despejada!

 

¡Tantos motores rugiendo

a la vez, qué sinfonía!

y aunque era una despedida

¡todo el mundo se reía!

 

Se cambiaron direcciones,

teléfonos y souvenires,

se dieron bastantes besos

y abrazos varoniles.

 

Cuando ya se iban de marcha

Don Juan miró para atrás

lo que parecía una foto:

Entre los rizos dorados

que su cara acariciaban,

su Raquelita mimada,

bien montada, en la moto...