diegoleoo

Entrelazados.  

Andábamos en la noche atravesando el ruido,

caminando pasmados en el silencio del olvido,

alejados, aunque unidos por las negras almas nuestras;

alejados, por los cuerpos en las mieles de las sombras.

 

Andábamos en las venas de la ciudad roja,

y corríamos como polvo entre las hojas,

hasta el frío se convirtió en suave brisa

al tocarse nuestros dedos y sonrisas.

 

Se entrelazaron nuestros cuerpos, pero entonces,

nuestras almas se soltaron a ser voces

que solo susurraban vuelve con tristeza

que solo cantaban entre lágrimas de cereza 

 

No eran dos, eran una, era la mía,

la que lloraba en silencio y melancolía.

Porque la tuya ya no llora, ya lo hizo,

porque la tuya está seca, por maleficio.

Es el hechizo del presente,

clavado en tu corazón y frente.

 

Nos equivocamos, no eran nuestras almas.

Me equivoqué, eran tus hojas y tus ramas.

Porque el tronco de tu cuerpo no se abre,

porque el cuerpo de tu tronco no se muere.

 

Andábamos en la noche atravesando el ruido,

caminando pasmados en el silencio del olvido.

Susurré “te quiero” y me entregué a ti.

¿Me dejarás estar esta noche en tu cama?

¿Y dormirás de pronto entre mis brazos?

¿Y consentirás el olvido en tu memoria?

¿Y consentirás que mi memoria no te olvide?

Permíte entrelazarnos. 

 

Diego Ramírez Martínez.