Raúl Daniel

La batalla

 

En la batalla del campo

se cae el sol a pedazos,

los guerreros, implacables,

mascan chiclets o tabaco.

 

Las armas se cruzan, fuertes

golpes de puños y tajos...

y hay rosas rojas doquier

que algún estúpido trajo.

 

El capitán rojinegro

dio la orden y se hace:

Tratar de tomar el vado

para llegar a la base.

 

Los guerreros, agotados,

consultan a cada rato

con el reloj de la torre

que se ve de un campanario.

 

-“¡Esta Coca no está fría!”

discute un mercenario,

mientras saltan de su boca

varios trocitos del “pancho”.

 

El bus que hasta allí los trajo

ronronea su letargo,

su conductor, impaciente,

bocina de tanto en tanto.

 

¡Suena de pronto el silbato!,

el sol ya no está caliente,

-“Esto me tiene podrido”,

dicen varios entre dientes.

 

Entran entonces los réferes

para contar los cadáveres,

-“Diez a dos”, dice el de línea,

el otro: -“Aquí no hay nada...”

y los azules gritaron:

-“¡Les ganamos por goleada!”

 

El sol se siguió muriendo,

fabricando sombras largas,

y todos fueron saliendo,

cada uno hacia su casa...