Olivera Dayana

Si volviese a despertar

Ensombreció la tarde como de costumbre él quiso perder el tiempo en aquel bar

Estornudando el polvo y llenando las nubes, burlándose de los miedos por necedad

Fue reuniendo las cenizas del mes de octubre, y aquellas hojas mustias le hicieron llorar

No milita un aliento que no se esfume, ni una sonrisa inquieta que le de la libertad

Bebiéndose el silencio que nadie deduce, tocando con sus dedos un infierno de ansiedad

Atrapando impaciente la misma costumbre, que aunque se marcha bien sabe regresar

Fue tanta la perdida que en silencio reproduce, tan duro el desenlace que cuesta comenzar

Aquella que se fue danzando en apariencia, no quiso dejar ausencia plantó ira en su lugar

Aquella regó semillas sin plantar la esencia, amordazó bien el veneno hasta estrangular

Crimen fue ese reguero de inocencia, que fingió mientras se arrimaba a toda iniquidad

Ni siquiera fue culpable de lo que todos sospechan, ambos victimas de no saber aterrizar

Cocerse a su piel fue una torpeza, menudo disparate sentarse en medio de un huracán

Ella siempre fue lucha, paciencia y espera, difícil de alcanzar imposible de enterrar

Ella fue la musa de múltiples poetas, la luna en muchas manos, fiel concubina del mar

Receló de las púas coloreadas en su altar, difícil ser guerrero y no gozar con quien pelear

Ella buscaba un secreto que le diera seguridad, era dudoso creerlo no se trataba de paz

Pedía apartar los soplos de un llanto infernal, curioso que ese viento regresara en su mirar

Batallaba en la secuela de lo que pudo cambiar, su amor un grave delito para asimilar

Mientras atravesaba el sendero aún sin alinear, creía que con un beso lograría escapar

Esos labios de aceros violaron el ideal, ella no fue su salida, fue un desquite y sin piedad

No era una historia bonita de las que mueres por contar, pero sin duda la amarías si volviese a despertar