Donaciano Bueno

¡Viejos!

De pronto el corazón, con ansia extrema
Mezclada a un tiempo de placer y espanto,
Latió, mientras su labio murmuraba:
\"¡No, los muertos no vuelven de sus antros
!

(la canción que oyó en sueños el viejo)

Rosalía de Castro

- - - 

Yo conozco un lugar donde las gentes se reunen

para rumiarse cuitas, contando chiribitas.

Van glosando sus vidas, historias y presumen.

Lanzan brindis al sol,

jugando de farol.

 

Tranquilo es y coqueto del hueco en la placita.

donde imaginan y añoran, siempre a la misma hora,

algo que no ha de volver a sus vidas marchitas.

Ríen, hacen alarde

hasta caer la tarde.

 

Ensimismados tienen la testa entre las manos

soñando con placeres que de hombres y mujeres

ya casi no se acuerdan o suenan muy lejanos.

Solean, rien y viven,

comentan, sobreviven.

 

Llevan niebla en sus ojos cansados desde niños,

- estirando la vida, jugando una partida-

sumando aditamentos y de experiencia aliños,

Siembran de, sus reuniones,

cachavas y bastones-.

 

Henchidos de nostalgias, vacíos de ilusiones,

tienen hombros cansados, por esfuerzos pasados,

dañadas emociones, gastados corazones.

No se sabe si oran,

suspiran o si lloran.

 

Alli un mañana osado juega junto al pasado,

-en tanto que unos tosen, los otros se descosen-

vigilando a ladrones que su amor han sisado.

Juegan, matan el tiempo,

llenando un pasatiempo.

 

Esos seres humanos, de semblantes añejos,

con espaldas hundidas y miradas perdidas

ya no tienen futuro solo tienen consejos,

de repliegues, patosos,

añosos, son los viejos.