Para mi amor, basta sus corazones.
Para mi libertad, bastan sus alas.
Para mis sueños, sus anhelos.
Y de mi boca una oración, elevada al cielo.
En mi, la ilusión de cada día.
Es verlos hasta que canas tengan.
Disfrutar la presencia, de bellas princesas.
Que por doquier, me llamen abuela.
Son sus triunfos, también los míos.
Sus tristezas las llevo en mi alma.
Enjugar sus lágrimas quiero.
Que mi amor les provea calma.
Por ellos mi vida, sin pensarlo daría.
Por ellos rezo cada día.
Que nada estropee sus vidas,
que todo sea amor y alegría.
Que Dios me los guarde siempre.
Que sea la luz en sus vidas.
Que sus pies con nada tropiecen.
Que son la luz que a mi vida llenan.