La quietud de la noche, los sonidos de una guitarra,
su son se confunde con los chirridos de una cigarra.
Ella camina sola... a solas y tristemente mal herida,
dueña de esa sombra que a sus espaldas se la mira.
Triste es ver lo que fue...lo que hoy se desmedra,
orando misericordiosamente a un corazón de piedra.
Abandonada por aquel sentimiento que ella más ama,
hurga en la reseca herida, que su recuerdo inflama.
No existe camino... ni luz que le muestre la salida,
abocada a su destino... a veces se da por vencida.
Dios jamás la dejaría sola, tirada en una esquina,
le da su luz, pero el camino lo hace quien camina.
Desde hoy seré yo su rey... su ángel de templanza,
yo haré de su reino frío...un castillo de esperanza.
Océano de mi arco iris, mar de lluvia de la mañana,
veo el bien y la belleza que asoman en mi ventana.
Las musas de la oscuridad están acechando su cama,
a salvo en mi abrazo, soy dueño de vos, bella dama.
Siento su respiración, que ya se duerme en mi alma,
reposa en mí como la brisa en un mar que me calma.
Oigo la lluvia... mezclarse con la luz de la mañana,
siento perfumes de abril en el aroma de mi sábana.
Ella camina sola...a solas y tristemente mal herida,
pero yo seré su sombra hasta que Dios nos bendiga.