Annabella

UN BESO DE AMOR

La dama de noble cuna, hermosa y adinerada
a todo pretendiente, sin recato, desdeñó
con cejas elevadas y su furtiva mirada.
Dentro de su corazón una tormenta llevaba.

 

Aquel verano ardiente, jamás podría olvidar,
conoció al deseado amor de sus más tiernos sueños
que para siempre su alma y su corazón subyugó;
un joven encantador, de penetrante mirada.

 

La profundidad de su alma, extasiada la dejó
mas ya muy tarde advirtió lo imposible de su amor.
Seminarista era aquel joven que  la cautivó.
Tristemente se alejó pero su ilusión creció.

 

Muchos años pasaron, ella donaba dinero
para que nada faltara nunca a su confesor,
al dueño de los suspiros de triste enamorada.
La juventud quedó atrás, sólo quedó soledad.

 

Se acabó  un otoño más y llegó el gélido invierno.
Después de una cena de recaudo para la iglesia,
la dama al confesor solicitó su compañía
y él comedido accedió y a su casa la llevó.

 

Y en aquel momento, ella, queriendo atrapar el tiempo,
su perdida juventud, sin mayor explicación,
le deseó buenas noches y un beso le pidió
y él con gentileza tomó su mano y la besó.

 

Ella  dijo con firmeza:  "Déme un beso en la boca,
presiento no volver a ver el día de mañana.
Debo confesar  que usted causó mi soledad
porque le he amado en silencio hasta este último día."

 

Él estupefacto quedó, no podía pestañear
y ella sus labios le acercó, al tiempo que le abrazaba
“Viví  por su respirar, elegí  su sombra ser,
y, a pesar de la edad,  siento este amor que late en mi alma…

 

Sólo le pido un beso de amor, antes de partir".
Él se alejó con lágrimas rodando por sus mejillas.
ya nunca sería quien un día fué, jamás sospechó
ser el protagonista de tan triste historia de amor.

 

Ciertamente ella no volvió a ver el amanecer.
Él, su heredero,  los ritos cumplió, sus ojos cerró.
En el sepelio, lágrimas brotaron una y otra vez,
también moría el sacerdote de tierno mirar,
sonrisa ingenua, a quien una dama le rindió su amor.

 


Y en el jardín del panteón, entre rosales rojos
dejó a la dama  su gratitud y el beso que le pidió.  

 

 

Annabella