kavanarudén

Dios te bendiga

 

 

 

 

Roma es un hervidero de diversas culturas. 

Rostros de diferentes rasgos: asiáticos, africanos, latinoamericanos, europeos y pare usted de contar, se ven por sus vías.

 

Yendo hoy en la metropolitana, me conseguí una Señora que venía corriendo, casi desesperada y me preguntó: per favore, Signore, da questa parte é la uscita? (por favor Señor, por aquí es la salida?) Sì Signora, continue sempre diritto e si la troverà. (Sí Señora, continúe siempre derecho y la encontrará) Mirándome fijamente, a los ojos, dentro su agitación, me dijo: Grazie, ¡Dio ti benedica! Signore, ¡Dio ti benedica! (Gracias, Dios te bendiga Señor, Dios te bendiga).

 

La imagen de aquella mujer, de la cual no supe su premura, me quedó rondando en mi cabeza y aún lo está.

 

Ese Dios te bendiga, me llegó profundamente.

 

Aquella mujer, por su atuendo puedo intuir que era de Eritrea u Etiopía, me dio en ese momento lo que para ella era lo más precioso. Una bendición de parte de Dios. Porque la había socorrido. ¿Qué más podía pedir yo? ¿Qué más podía querer?

 

Alguno le parecerá este hecho una cosa estúpida o cuando menos, de poco significado. Para mi no lo era.

 

En un mundo donde estamos todos corriendo, donde nos puede importar un carajo (perdón, quise escribir: nada, importar nada) los problemas de los demás, donde nos centramos en nuestro pequeño-gran mundo interior, donde nos avergonzamos de nuestras creencias, que alguien te diga: Dios te bendiga, no es poco. Ese Dios te bendiga me interpeló, sobre todo como creyente. Me avergüenzo de decir a otro: Dios te bendiga. Pienso en lo que pueda pensar o decir.

 

En nuestros países latinoamericanos es una costumbre pedir la bendición, para mí, una hermosa y sana costumbre. Aquella mujer me hizo recordar a mi abuela, a mi abuelo, a mía madre, a mi padre, a mis tíos, a la viejita de al lado de casa…. En un mundo secularizado como lo es Europa, decir eso, es señal de tercermundismo, de subdesarrollado…. (no quiero ofender a nadie, no es mi intención, pongo por escrito una experiencia y mi humilde pensar) Que triste constatar que eso me ha influido indirecta o directamente. Me avergüenzo.

 

Pido perdón públicamente a Dios por ese desagravio y me prometo hacer todo lo posible por responder, sin importarme lo que puedan pensar o decir: Dios te bendiga (Dio ti benedica) sabiendo que es lo mejor que puedo desear al prójimo.