Raúl Daniel

¡Esto es lo que tenemos!

 

Razonando lo que pasa

con nosotros hace un tiempo,

no mucho, en que te conozco,

en que procuro enamorarte,

y en lo que está sucediendo;

te confieso que te veo

como alguien, que con hambre,

se come un caramelo;

para, al chuparlo, olvidarse

del dolor que está sintiendo.

 

Esto que tú estás haciendo,

jamás me lo hizo ninguna...

¡es tan tremendo!: ocultando

el amor que en ti florece,

negándote a los besos,

midiéndote en las caricias,

aunque permites a veces;

procurando no quemarte...

tratando de no encenderte...

que no te queme mi fuego,

no dejando que te bese...

 

A veces sí, no otras veces,

manteniéndote en la tibia

región del “casi sucede”,

creyendo que no se puede,

pudiendo mas no queriendo,

quemándome con los ojos,

y muriendo en mis miradas,

carente, necesitada,

angustiada y sufriente,

insatisfecha y marcada

por un deseo ferviente:

 

¡Qué aunque sea violada,

puedas amarme y te ame!...

¡qué aunque seas ultrajada,

recibas todos los besos

que desbordan en mi boca

y que explotan en tu cuerpo!

¿Por qué, si no lo deseas,

es que vienes a mi encuentro?

...y si quieres que así sea,

yo lo hago, pero sabe:

¡qué no es así como quiero!

 

Yo deseo amarte, y tú sabes

que lo haré de cualquier forma,

¡de la manera que inventes!

no pondré las condiciones,

no elegiré los momentos,

lo haremos a tu manera,

de todas formas lo haremos,

porque de algo estoy seguro:

que hacerlo, ¡quiero hacerlo!

 

Pero sabe: yo quisiera,

sea muy distinto lo nuestro,

algo que no me matase,

porque así me estoy muriendo;

yo soy un hombre honesto,

tranquilo, no soy violento;

pero... tú misma me obligas,

continuando en este juego,

dejando que te acaricie,

prohibiéndolo por momentos,

diciendo que no me amas...

¡pero viniendo a mi encuentro!

 

Yo quisiera, bien lo sabes,

que ya a mi amor te rindieras,

como alguna vez lo hiciste;

pero ahora: ¡para siempre!

 

Que me dejaras amarte

y me sintieras sin miedo,

en el lento expresarme,

de esos dulces momentos,

en que puedo darte todo

eso que ahora contengo

y que, por no permitirlo:

¡tonta, te lo estás perdiendo!

 

Pero adivino el motivo

por lo que así estás haciendo,

y no es nada que conmigo

tenga que ver; y aunque acepto

la situación de momento,

esto me tiene perplejo;

...no te lo quiero decir,

y entonces no voy a hacerlo...

 

Mas quiero que esto, sí, sepas:

que hasta un poco te comprendo...

¡Pero deja que esto siga,

no lo mates aún naciendo,

vivamos hoy este amor,

aunque sea turbulento

y nos esté destruyendo,

hagámoslo porque es tuyo,

y es mío, o sea nuestro,

y: ¡esto es lo que tenemos!